sábado, 18 de junio de 2011

Políticas públicas y derecho a la educación

Por Juan B Arrien / OPINIÓN

Los días 1, 2 y 3 de junio, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y las instituciones nacionales afiliadas, estamos desarrollando una serie de actividades, entre ellas una mesa redonda con el título “Políticas Educativas y Derecho a la Educación en América Latina y El Caribe.

En este contexto quisiera hacer una somera referencia analítica–reflexiva desde Centroamérica.

Respecto de las políticas públicas es importante destacar que éstas son globales, orgánicas, temporales y políticas, es decir, de Estado, más allá de cada gobierno y con participación de la ciudadanía.

El destinatario de las políticas públicas es la gente, la población, cada persona, cada ciudadano y ciudadana, lo que significa que se hacen realidad como derechos del ser humano, persona y miembro de la sociedad, persona por su naturaleza, sociedad por su funcionamiento.

Toda política pública en tanto adquiere sentido en los derechos humanos debe considerar como hilos conductores los principios y valores de la Declaración Universal y de todos los textos y declaraciones posteriores que destacan el principio de dignidad de toda la familia humana, el principio de no discriminación en todo su sentido y amplitud y el principio de participación ciudadana efectiva.

Las políticas públicas respecto del derecho a la educación se especifican en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1945), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1953). La Conferencia Mundial de Derechos Humanos (1953), la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Adolescencia (1986) y los Objetivos del Milenio (2000).

Estos derechos sustentan las políticas educativas en el Proyecto Principal de Educación en América Latina y El Caribe (1981), la Conferencia Mundial de Educación para todos (1990) y las distintas Conferencias Mundiales emanadas de ella sobre Educación Especial, Educación de Adultos, Educación Superior, Educación Técnica, etc.

En Centroamérica, las políticas públicas y el derecho a la educación han constituido un recorrido interesante con acento particular en cada etapa de su desarrollo histórico. En las décadas 60, 70 y 80 el acento recayó en la masificación y democratización por cuanto la educación es un bien social y público, un derecho que a nadie se le puede negar.

A la democratización se unen con gran insistencia la calidad y eficiencia de la educación a las que por el pensamiento y obra de Paulo Freire se les añade el sentido de transformación social y de liberación con lo que adquiere gran fuerza el concepto de equidad. El vuelco hacia los aprendizajes realizado por la Conferencia Mundial de Educación para Todos (1990) ubica la calidad, eficiencia y transformación social en los aprendizajes, su relevancia y pertinencia.

De esta manera la democratización, calidad, eficiencia, equidad y pertinencia tienen un nuevo horizonte de referencia, el desarrollo humano, la educación para el desarrollo humano que se fortalece con los Objetivos del Milenio.

Las políticas públicas y el derecho a la educación se ha movido en dirección a esos grandes conceptos y referentes.

La globalización ha globalizado las políticas públicas respecto de la educación y el derecho de la gente a ser educada con grandes ventajas y profundas desventajas.

En esta encrucijada, Centroamérica y cada país se esfuerzan por garantizar y fortalecer en su propio contexto, la democratización, la calidad, la equidad, la pertinencia, la eficiencia y la capacidad transformadora de la educación como fuente de derechos sociales, culturales y políticos, y factor clave del desarrollo de nuestros países.

Los avances han sido significativos, en unos referentes más que en otros. Desde el año 2002 al 2010, el Ideuca ha llevado a cabo, junto con la Federación de Organizaciones Magisteriales de Centroamérica (Fomca), un observatorio en cada país sobre las Reformas Educativas y la Incidencia en Políticas Educativas en Centroamérica focalizando la atención en cuatro variables: equidad, calidad, formación de maestros, gestión. El Observatorio destaca grandes logros en cada una de las variables analizadas. Respecto de las políticas públicas y el derecho a la educación insta y presiona a mejoras importantes:

- Los cambios frecuentes en políticas educativas dificultan una acción de Estado más allá de cada gobierno.

- Articular e interconectar las políticas públicas con las políticas educativas.

- Profundizar la verdadera democratización de la educación.

- Conectar mejor la formación de los maestros, su dominio pedagógico-metodológico, sus condiciones laborales con la calidad de los aprendizajes.

- Ajustar más la pertinencia de los aprendizajes en relación con las necesidades del bienestar de la gente y del desarrollo del país.

- Acercar la eficiencia de la gestión pedagógica y educativa a los niveles requeridos para hacer efectivo el derecho de todos a una educación de calidad.

- Fortalecer la educación en favor de la movilización y de la transformación social.

- Estrechar la brecha entre la educación y las necesidades, aspiraciones y participación de la comunidad en el quehacer educativo.

- Acercar los aprendizajes a los avances del mundo globalizado y tecnificado.

- Invertir más y mejor en la educación para cumplir a cabalidad sus principios, fines y objetivos.

- Fundamentar y fortalecer la voluntad política compartida, consensuada, activa, eficaz y permanente para que las políticas públicas y las políticas educativas se conecten con resultados positivos.

La Educación Popular

“Fui un niño de la clase media que sufrió el impacto de la crisis del 29 y que tuvo hambre, yo sé lo que es no comer“, recuerda Paulo Freire casi con alegría, como si esa circunstancia le hubiera cargado de potencias aún mayores para comunicarse con el pueblo, conocerlo, conocerse mejor y actuar juntos. “Pesqué en ríos, robé frutas en frutales ajenos. Fui una especie de niño colectivo, mediatizado entre los niños de mi clase y los de los obreros… recibí el testimonio cristiano de mis padres, me empapé de vida y existencia, entendí a los hombres desde los niños.”

Entendemos la Educación Popular como “…un enfoque educación alternativo dirigido hacia la promoción del cambio social“. No promueve la estabilidad social, sino dirige su acción “...hacia la organización de actividades que contribuyan a la liberación y la transformación“. El propósito central de este paradigma se vincula con la necesidad de que el proceso de cambio sea asumido por el pueblo. En consecuencia, “uno de los esfuerzos más relevantes es el de la educación de los grupos populares que son potencialmente capaces de actuar como agentes conscientes del proceso de cambio social“.
La Educación Popular no ha de confundirse con aquella que se lleva adelante en centros educativos de gestión oficial, gratuitos, cuyos destinatarios son la gente del pueblo, los pobres, los marginados. No basta el que los destinatarios sean miembros de las clases populares, implica algo más: todo un estilo educativo diferente a aquel elitesco, reproductor del sistema social de injusticia, que genera hombres y mujeres que se amoldan a la sociedad sin transformarla, sin ser agentes de cambio.

1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.
2. Una visión de la alfabetización que va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado.
3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos.
4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo.
5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando.
6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad.
7. Enseñar exige saber escuchar.
8. Nadie es, si se prohíbe que otros sean.
9. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.
10. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión.
11. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo.
12. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa.
13. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación.
14. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.
15. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos.
16. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.
17. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados “ignorantes” son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una “cultura del silencio”.
18. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.
19. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización
20. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACION del hombre.

No siempre es fácil sepultar a nuestros muertos… la presencia de la ausencia nos va volviendo más capaces … Nadie que sufra una pérdida sustancial continúa siendo el mismo de antes. La reivindicación es una exigencia de la vida.